Documento 10. CAROLINE HERSCHEL

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He ayudado [a William] a pulir los espejos y las lentes de nuestro nuevo telescopio. Es el mayor que nunca ha existido. ¿Puedes imaginar la emoción que supone apuntarlo hacia un nuevo ángulo del cielo para no ver cualquier cosa nunca vista desde la Tierra? Efectivamente estoy contenta con que William esté ocupado con la Real Sociedad y su grupo, así cuando acabo mi trabajo puedo estar toda la noche auscultando el cielo. A veces, cuando estoy sola en la oscuridad y el universo revela todavía algún secreto, digo el nombre de las mías lejanas, perdidas hermanas, olvidadas en los libros que registra nuestra ciencia -Aganice, Hipatia, Hidelgarda de Bingen, Caterina Hevelius, Maria Agnesi- como si las mismas estrellas pudieran recordarlo.

¿Sabías que Hidelgarda de Bingen propuso un universo heliocéntrico trescientos años antes de que lo hiciera Copérnico? ¿Quién escribió sobre la gravitación universal quinientos años antes de Newton? ¿Pero quién lo habría escuchado? Sólo era una monja, una mujer. ¿Como sería la nuestra era si aquélla fue oscura? Así, mi nombre también será olvidado, pero yo no estoy acusada de ser una bruja, como Aganice, y los cristianos no me amenazan con conducirme en la iglesia, de matarme, como hicieron con Hipatia de Alejandría, la elocuente mujer que ideó los instrumentos para medir con precisión la posición y el movimiento de los cuerpos celestes.