6.3 Relaciones entre hombres y mujeres. Ejemplificaciones históricas
Tal como sucedió con las humanistas, que debatían con los hombres cultos de su época, durante el siglo XVII podemos constatar la existencia de diálogos y relaciones epistolares entre mujeres de cultura y filósofos, una realidad que implicaba una toma de posición de las mujeres doctas respecto de la filosofía y la ciencia. Son representativas de esta realidad las "cartas copernicanas", dirigidas por Galileo a Cristina de Lorena, o la relación epistolar mantenida entre Isabel de Bohemia y Descartes a mediados de siglo: las veintiséis cartas de la princesa y las treinta y tres del filósofo constituyen un preámbulo y un comentario en el Tratado de las pasiones del alma, publicado en 1649 por Descartes, quien ya había dedicado a Isabel Principis de filosofía, publicado en 1644, dejando entrever que tanto la doctrina de física como la posterior doctrina moral habían sido debatidos con la princesa.
La relación entre Mary Astell i John Norris -la correspondencia entre los cuales fue publicada en 1695- presenta puntos en común con la que otras mujeres mantuvieron con diferentes filósofos del ámbito de la escuela de Cambridge. Así, Anne Finch Conway (1631-1679) estableció a lo largo de treinta años una relación intelectual con su principal exponente, Henry More. El esfuerzo de Anne Conway estaba encaminado a conciliar las observaciones empíricas de las ciencias naturales con los principios de la filosofía moral y la religión. Su obra principal, Principles of the mosto ancient and moderno Phylosophy, concerning God, Crist and the Creature, that is concerning Spirit con Matter in general, de 1690, contrapone la física y la cosmología a una concepción vitalista de la naturaleza en la que operan fuerzas vitales.
Si el género epistolar fue el vehículo de interrelación entre las mujeres y los filósofos, las Preciosas, nombre con el cual eran conocidas las mujeres literatas del siglo XVII, crearon un espacio material en el que las mujeres cultas se reunían con otras mujeres y hombres para conversar libremente. Se trata de los salones, lugares en los que se produce un intercambio político entre los sexos.
Acostumbra a situarse el origen del salón en la "chambre bleu" que creó Madame de Rambouillet. En tanto que espacio específico, el salón continuará durante la Ilustración y llegará hasta la Revolución Francesa: madame de Rolan será la última mujer en mantener uno.
Los salones donde las Preciosas desarrollan su actividad se convierten en un lugar de encuentro e intercambio entre mujeres y entre mujeres y hombres. La autoridad, sin embargo, es femenina, una autoridad potencialmente y prácticamente modificadora del orden social. El salón se convierte en el espacio donde esta autoridad es reconocida tanto por los hombres como por otras mujeres. Y es precisamente esta centralidad de la autoridad femenina la que provocó una reacción de condena social ejercida a través de la sátira, una reacción que encontramos paradigmáticamente representada en las obras de Molière: "Las mujeres sabias" y "Las preciosas ridículas". Molière intenta ridiculizar el interés de las mujeres por la literatura, la filosofía y las ciencias por la vía del estereotipo llevado a su extremo. Poulain de la Barre, en su obra "La educación de las damas", se hace resonancia de esta reacción y la refleja a través de uno de sus personajes: "Es cierto que todas ellas tienen talento y hasta y todo buen sabor para las cosas bellas, pero su inteligencia está, por así decirlo, tan preciosamente conformada, su gusto tan condicionado por sus maneras que os producirían rechazo... Cuando están en una reunión pretenden tener el derecho a dominar ellas como reinas; no se dignan ni a mirar aquéllos que se les acercan y creen hacer un gran honor a un hombre al dirigir alguna vez los ojos hacia su lado". A la respuesta de su interlocutor puede oírse la voz del autor: "… si me dieran a escoger, preferiría una bella preciosa a una docena de pedantes".
El siglo XVIII está considerado como la época en la que la influencia de las mujeres en el mundo de la cultura alcanzó las cimas más altas. Las ideas ilustradas se difundieron rápidamente a los salones y las mujeres que les daban vida acogieron a los filósofos. Fueron sus amigas y sus compañeras. La centralidad que la literatura y el estudio del espíritu humano había adquirido en los salones de las Preciosas, es ahora sustituido por el interés por las discusiones filosóficas y científicas: los salones se convierten en los lugares donde se discuten las obras de los filósofos ilustrados. Las mujeres participaban en estas discusiones de forma activa y personal, es decir, no acogieron incondicionalmente las nuevas ideas, sino que las filtraron de forma crítica, poniéndolas en relación con sus propias exigencias. No dudaron, incluso, en disentir abiertamente de los ilustres exponentes de la élite cultural, desplegando una argumentación propia.
En el contexto del movimiento sufragista inglés se produce la relación y la colaboración entre Stuart Mill i Harriet Taylor (1807-1858). En Inglaterra, no todos los hombres tenían derecho al voto: sólo podían votar los cabeza de familia y los propietarios. En el Parlamento se debatía la reforma del sufragio y John Stuart Mill, filósofo liberal y diputado, presentó delante de la Cámara una petición firmada por mil quinientas mujeres, en la que exigían que la reforma incluyera el sufragio femenino. La petición había surgido de un grupo de mujeres organizado en torno a la figura de Barbara Leigh Smith. Al principio de la década de 1860, el grupo había comprado un edificio en Langham Place, en Londres, donde desarrollaron actividades encaminadas a conseguir los derechos de las mujeres: publicaron el "Englishwomen's Journal", fundaron la editorial "Victoria Press", crearon la Sociedad para la Promoción de la Ocupación Femenina, y abrieron el Instituto de las Damas, que constaba de una biblioteca, un club y varias aulas. Grupos parecidos se formaron en otras ciudades inglesas y constituyeron una red política. Algunas de estas mujeres hicieron en 1865 campaña a favor de Stuart Mill.
La figura de Mill aparece vinculada a la deHarriet Taylor, de quien él se manifiesta deudor: una mujer culta, de pensamiento feminista y socialista con quien mantuvo una intensa amistad durante veinte años y con quien posteriormente se casó. Juntos escribieron Sobre la emancipación y el divorcio (1832) y Sobre la emancipación de la mujer (1851), entre otros.
Documentos
Parlen les dones
Enlaces
- http://www.absoluteastronomy.com/topics/Salon_(gathering)
- http://clio.rediris.es/udidactica/sufragismo2/primfemgb.htm
- http://www.estrellatrincado.com/Paloma%20De%20la%20Nuez%20-%20Salones%20de%20Viena.doc
- http://www.lacavernadeplaton.com/resenasbis/stuartmill0809.htm
- http://www.nodo50.org/mujeresred/historia-feminismo1.html
- http://www.nodo50.org/mujeresred/historia-feminismo2.html