7.6 Buenas prácticas

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Análisis de la publicidad

Dado que las instituciones universitarias están inmersas en la sociedad, los estereotipos sexistas y los modelos de masculinidad y feminidad hegemónicos en los medios de comunicación ejercen su influencia. Sabemos que no podemos neutralizar los medios de comunicación ni desactivarlos y una línea de avance hacia una Universidad inclusiva, sin menosprecio por los saberes femeninos, pasa por ofrecer modelos coeducativos coherentes. Analizar los medios de comunicación -películas, anuncios por sectores, series de televisión... – permite reforzarlo.

Después de visionar los anuncios de AXE, Soberano y Timotei que encontrarás en:

puedes seguir el siguiente cuestionario de análisis:

  1. Cuenta el número de mujeres y hombres que hay en el anuncio que has visto, apunta qué hacen y qué actitud tienen. Explica el rol que asigna el anuncio a cada mujer y a cada hombre, qué tratamiento da mujeres y hombres e indica si crees que reproducen algún estereotipo.
  2. Describe cómo se presenta el cuerpo de la mujer y del hombre en el anuncio. Analízalo con detalle e indica si hay algún hombre o alguna mujer presentados como objeto sexual.
  3. Explica cómo presenta al anuncio la belleza en las mujeres y en los hombres.
  4. Observa si hay en el anuncio alguna forma de violencia física o simbólica hacia las mujeres. Finalmente, observa atentamente la voz que se utiliza para inducir la compra del producto y elabora una hipótesis sobre el motivo.

Para la contextualización del anuncio de Soberano, puede ser útil la lectura del siguiente fragmento, donde se describe la asignatura de "Enseñanzas del hogar", en 1947 en un colegio de la burguesía, el Real Monasterio de Santa Isabel de Barcelona:

"Dábamos a los diez, once o doce años, clases de puericultura, donde nos explicaban como alimentar el bebé, cambiar los pañales, conseguir que durmiera, o lo que debía hacerse si presentaba síntomas de estar enfermo. También nos impartían, absolutamente teóricas, porque nunca vimos un fogón ni preparamos una ensalada, clases de cocina. Y unas clases de manejo de la casa- ventilarla, decorar el cuarto de los niños, disponer los armarios- y del marido, al que había que contentar a toda costa y utilizando siempre la mano izquierda, porque lo nuestro era reinar desde las sombras, que s e hiciera lo que queríamos aparentando hacer lo quería él. Evitar las discusiones, nunca oponérnosle de frente. Se insistía mucho en que había que ganárselo por el estómago, dándole bien de comer (del sexo no se hablaba), y en que, cuando llegaba cansado a casa, debíamos llevarle las zapatillas. El detalle de las zapatillas era una auténtica obsesión".
(Esther Tusquets, 2009. Habíamos ganado la guerra. Barcelona, B.S.A.)

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