4. Lenguaje y orden simbólico

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El lenguaje es la herramienta principal del sistema de representaciones de una sociedad. Es, por lo tanto, un reflejo de la sociedad que la utiliza, de su visión del mundo. A través del lenguaje se estructura y organiza el pensamiento de una comunidad y se incorporan creencias y valores.

La lengua, en tanto que construcción cultural, está impregnada por la visión androcéntrica que aún prevalece socialmente, una visión que hace que sea el hombre y aquello masculino lo que disfruta de legitimación. La lengua no sólo reproduce esta visión, sino que la continúa produciendo, ya que a través del lenguaje se crea orden simbólico y se crea realidad. Así, la ambigüedad del género masculino, utilizado como pretendido universal, y la estructura masculinizada del idioma no sólo provoca una ocultación sistemática de las mujeres y de todo lo que a ellas corresponde, sino que sesgan nuestra forma de captar el mundo.

Desde la psicología, la filosofía y la lingüística se señala la importancia del lenguaje en la construcción de realidad, la propia y la del mundo, así como en la formación de la identidad personal. La cancelación femenina en la lengua, la ausencia de un sujeto femenino, tiene una gran incidencia sobre la psique en formación de las chicas. Un lenguaje que las ahoga en tanto que sujetos no masculinos y, por lo tanto, inexistentes puede producir dos consecuencias: discriminarlas en su existencia material y simbólica, o bien integrarlas en el orden social reconociendo su existencia a cambio de la sustracción de su identidad femenina. Así, la pérdida derivada de la cancelación simbólica de las mujeres en el lenguaje es enorme, ya que tienen que sufrir la extrañeza respecto de su diferencia originaria.

Es por eso que la significación de la presencia femenina a la sociedad pasa, de forma ineludible, para significarla, en primer lugar, en el lenguaje, nombrando en masculino y en femenino. Al hacerlo, no está realizándose una repetición, no se duplica el lenguaje. La diferencia sexual está ya dada en el mundo, no es el lenguaje el que la crea. Lo que tiene que hacer el lenguaje es, simplemente, dar nombre a lo que existe, tal como destaca la comisión NOMBRA, que trabaja para promover una utilización del lenguaje que haga visibles a las mujeres a la sociedad.

Por otra parte, con el fin de poner en palabras la diferencia sexual, pensadoras como Luce Irigaray señalan que la elaboración de una cultura sexuada requiere la búsqueda de un lenguaje y de una palabra femenina, que pueda ir más allá de su condición especular de la palabra masculina. Se trata de que las mujeres se presenten como sujeto y como sujetos que hablan con otras mujeres, que se sitúen como uno "yo" y un yo-ellas, lo cual requiere una evolución subjetiva y un cambio en las reglas de la lengua.

Hablan las mujeres

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