1.4 Crítica de la ciencia

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Científicas

evelyn fox keller

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La concepción del método científico como la forma más objetiva de conocer la realidad ha sido cuestionada a lo largo del siglo XX. La crisis de este paradigma se hizo más aguda con la emergencia de una corriente crítica de filosofía de la ciencia, representado por autores como Kuhn o Feyerabend, caracterizado por el relativismo frente a la concepción clásica de la búsqueda de la verdad a partir del método y, más propiamente, la legitimación en la lógica de la investigación y en la verificabilidad. Para estos autores, la racionalidad científica es algo más amplio que la racionalidad lógica. Al señalar la importancia que en la actividad científica tienen los aspectos heurísticos, dieron entrada a la necesidad de la interdisciplinariedad.

La evolución del pensamiento dentro de la misma ciencia ha conducido, pues, a una mayor complejidad que ha permitido la consideración de factores que hasta entonces habían pasado desapercibidos. En este sentido, se tiene que mencionar la incidencia del movimiento feminista que, a partir de los años 60, creó un clima que permitió oír la voz de las mujeres y el tejido social a partir del cual se podía fomentar un cambio de mentalidad.

Los paradigmas científicos, en el sentido que otorga Kuhn al término, hacen referencia a determinadas formas de considerar los fenómenos y de establecer relaciones entre ellos. La relación, sin embargo, se hace únicamente respecto de los fenómenos objeto de estudio y no respecto de los sujetos que no les estudian ni a sus particulares características. La reflexión feminista de la ciencia, en cambio, al introducir como variable significativa los rasgos de género del sujeto, ha hecho emerger una categoría no considerada ni por los paradigmas ni por quien se ha dedicado a analizarlos. Así, y desde las más variadas disciplinas, la perspectiva feminista ha destacado el sesgo de género inherente al desarrollo investigador de cualquiera de estas disciplinas. Existe una gran coincidencia entre las diversas autoras con respecto al reconocimiento del carácter intrínsecamente cargado de ideología del conocimiento y la práctica científica. Como ya había destacado Virgínia Woolf, "parece que la ciencia no es asexuada; "la" ciencia es un hombre, es padre, y también está contaminada. La ciencia contaminada encuentra medidas a su conveniencia".

Desde la década de los sesenta, pues, son muchas las investigaciones que muestran una postura crítica ante la consideración de la ciencia como verdad excluyente y definitiva. Estas investigaciones han hecho patentes el orden androcéntrico del saber. Ahora bien, la mera incorporación de las mujeres a la ciencia no presupone un cambio automático en los paradigmas: Kuhn señalaba el efecto enajenador del propio pensamiento al destacar que el aprendizaje de unos paradigmas tiene, como efecto secundario, una fuerte tendencia a no salir. La misma problemática es puesta en evidencia por Fox Keller, al remarcar que, para tener éxito dentro de la comunidad científica, hace falta estar adecuadamente socializada o socializado, previamente. Así, las mujeres, como los hombres, se encontrarían atrapadas en lo que Montserrat Moreno denomina "paradoja del aprendizaje". A pesar de eso, muchas científicas están consiguiendo introducir aspectos que no tenían cabida en los paradigmas tradicionales, modificando costumbres y revocando significados. Se trata, tal como sostiene Evelyn Fox Keller, "reclamar desde el interior de la ciencia, de que ésta sea un proyecto humano y no proyecto masculino, y en la renuncia a la división entre trabajo emocional y trabajo intelectual que mantiene la ciencia como reserva masculina".

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