5.3 Autoridad y potenciación profesional

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Desde el discurso de la pedagogía crítica se reconocen, básicamente, dos tipos de autoridad: una autoridad potenciadora y otra de carácter represivo. Una diferencia que Giroux y McLaren traducen en los términos de autoridad emancipadora y autoritarismo, en tanto que Freire y Shor distinguen entre una autoridad liberadora y otra domesticadora. Desde el paradigma crítico se piensa que el profesorado tiene que utilizar la autoridad que posee con el fin de potenciar profesionalmente al alumnado y transformar la sociedad.

En el pensamiento de la pedagogía feminista ocupa un lugar muy significativo el concepto de autoridad desvinculado del de poder. Se rechazan los modelos patriarcales basados en el poder sobre el alumnado, así como el interés por el control, la jerarquía y la competitividad. El poder queda de esta manera asociado a su sentido de dominación. Simultáneamente, se recupera el concepto originario de autoridad como la capacidad de "hacer crecer". La autoridad, así entendida, alude a la capacidad de representar la realidad y de significarla. Se trata de una de las categorías que más ha elaborado el pensamiento y la pedagogía de la diferencia sexual.

Desde una pedagogía feminista, que tiene en cuenta la diferencia sexual, se constata que a nuestra realidad educativa la mayoría numérica que las mujeres representan a la enseñanza no se traduce, en termas generales, en un complejo de fuerza. Muchas enseñantes atribuyen una escasa entidad a su actividad profesional y al lugar material que ocupan dentro de la sociedad. Sin embargo, yendo más allá de esta constatación, se insiste en la necesidad de significar el propio espacio profesional y de asumir la figura autorizada de "magistra". Una figura que se pueda convertir en un punto de referencia potente para el alumnado, a quien tiene la oportunidad de transmitir su saber. La autoridad que las maestras representan es una figura de mediación entre el alumnado y el mundo.

Esta perspectiva pedagógica sitúa a las profesoras delante de las alumnas en una posición afirmativa, favorecedora del crecimiento y la potencia cognitiva-emotiva de las chicas, lo cual tiene, igualmente, importantes efectos educativos sobre la parte masculina de la clase, ya que la enseñanza de la parcialidad que la pertenencia a un sexo comporta permite remitir a los chicos a su propia parcialidad.

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