4.2 Género y estilo discursivo

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En el ámbito de las investigaciones interesadas en averiguar los funcionamientos diferenciales relacionados con el sexo, se ha subrayado la superioridad verbal de las chicas, en tanto que los chicos tendrían más desarrollados las habilidades relativas a la percepción visual y espacial. Esta habilidad cognitiva-lingüística de las niñas se haría extensiva, más adelante, al conjunto de su comportamiento social, manifestándose en estilos cognitivos específicos y en la expresión de su comportamiento lingüístico.

La sociolingüista norteamericana Deborah Tannen postula la existencia de dos "generolectos" o estilos discursivos, que estarían culturalmente relacionados con los géneros femenino y masculino. El estilo discursivo masculino -tanto si lo utiliza un hombre como una mujer- expresa una relación con un mundo jerarquizado, dentro del cual se busca ascender, y una defensa enfrente del grupo de iguales. Su lógica se basa en la preservación de la independencia personal. Ante los conflictos, se apela con frecuencia a la confrontación directa. En relación al estilo discursivo femenino -sea adoptado por una mujer o por un hombre-, el mundo es visto como una red de interrelaciones en la cual la persona está inmersa. Su finalidad es establecer vínculos interpersonales. Lo que más se valora son las conexiones. En caso de conflicto, se recurre a la conciliación o al disimulo. La cuestión fundamental, sin embargo, no radicaría tanto en la diferencia en el habla entre hombres y mujeres como en la significación social que se les otorga. Los estudios realizados al respecto han mostrado que los estilos masculinos y femeninos de comunicación no disfrutan de la misma consideración social.

En el ámbito educativo, el estilo que se adopta es el masculino, ya que está considerado como el más apropiado a la ciencia y a la razón, y, en consecuencia, se infravalora el otro estilo, el femenino, deslegitimándose al mismo tiempo sus usuarias. De esta manera, se tiende a reforzar la desigualdad entre los géneros en sus prácticas discursivas. La investigadora Jennifer Coates ha puesto de relieve que el concepto de comunicación es diferente para mujeres y para hombres. Las investigaciones que llevó a cabo en el ámbito laboral indican que el lenguaje que utilizan las mujeres está caracterizado por un esfuerzo por tener en cuenta perspectivas diversas, para la investigación de identificación con otras mujeres y para el deseo de invertir el tiempo personal en el proceso comunicativo. Al estudiar las estrategias comunicativas de las mujeres en grupos de un mismo sexo, comprobó su tendencia a centrarse en el mantenimiento de conversaciones, lo que ella califica como un "discurso cooperativo", en relación a la competitividad de las producciones masculinas y del ámbito público.

Lo que se deriva de estas investigaciones es que los rasgos que caracterizan los discursos femeninos son aptos y valiosos para las relaciones humanas. Se podrían convertir, por lo tanto, en la base para configurar un nuevo modelo de discurso, tanto académico como profesional, un modelo que permitiera revitalizar el capital lingüístico que las chicas y las mujeres poseen.

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