Documento 2. Daniel Gabarró
Reconstruir la Identidad Masculina: Una necesidad política.
Enero de 2006
Los hombres tienen que usar la violencia.
Cualquier hombre que no siga las normas del género masculino queda excluido de la masculinidad y puede ser agredido físicamente, verbal o psicológica. Es decir: o conmigo o contra mí. En este sentido la homosexualidad y la feminidad son los dos grandes peligros donde puede caer el hombre que se mira al espejo en la Identidad Masculina Tradicional. Es en este último gran mandamiento de la virilidad se plasma la tercera característica de nuestra sociedad: el heterosexismo como forma de coerción y de control social. En este sentido hay que entender la violencia clásica contra todo lo que es minoritario y diferente, ya que pone en peligro el papel regulado y superior del hombre: la violencia contra los afeminados, los maricones, los moros (sic), los judíos y, en general, contra todos aquéllos que no siguen las normas sociales generales.
Los hombres tienen permiso para usar la violencia si el contexto lo reclama. Es más, forma parte de una de sus obligaciones como machos: usar la violencia en situaciones de riesgo. (...)
Incluso, en situaciones extremas, los hombres tienen que matar a otros hombres o matar por ellos. ¡Luchar (y vencer!) reafirma nuestra masculinidad. Las frases "No seas gallina, Eres un cobarde", "En qué no te atreves", "eres un calzonazos", etc. son ejemplos claros del mandato masculino de enfrentarse violentamente a las provocaciones siempre que haga falta.
Existe, sin embargo, otro factor que aumenta todavía más las probabilidades de utilizar la violencia por parte de los hombres: la contención emocional. Al contener la expresión de las emociones y los sentimientos (porque la expresión emocional es femenina, recordémoslo) los hombres generan tensión. Ésta da lugar a la rabia y a estallidos de violencia que sí son fáciles de expresar para los hombres porque hacerlo forma parte de los sentimientos aceptables de la virilidad.
En una situación donde se tiene permiso para usar la violencia es lógico que ésta se utilice siempre que se considere útil para la situación, aunque sea de forma simbólica. En este marco, se entiende la clara necesidad de dominar los otros que muchas veces se observa como una forma de demostrar la propia identidad masculina. La necesidad de competir sería una forma simbólica de cumplir con este mandamiento. Las relaciones masculinas con el deporte, y muy especialmente el fútbol, serían otra muestra sublimada de la necesidad de dominar como manera de demostrar la masculinidad.