Saberes y conocimientos académicosMateriales para la coeducaciónhttp://localhost/coeducacio/index.php/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos2023-02-05T19:28:12ZJoomla! 1.5 - Open Source Content ManagementDocumento 1 - MILAGROS RIVERA2012-10-25T17:25:15Z2012-10-25T17:25:15Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/40-document-1-milagros-riveraAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2><em>La diferencia sexual en la historia</em></h2>
<h3>Universitat de València, 2005</h3>
<blockquote>
<p><em>(Exclusión de las mujeres de la universidad)</em> Cuando se estudia científicamente este proceso de exclusión, se suele insistir en la pérdida que supuso para las mujeres; sin pensar nunca en la pérdida de civilización que comportó el excluir de la universidad a la madre y, con ella, la potencia significante de las relaciones de diferencia.</p><p>
En la universidad, a principios de la década de los setenta del siglo XX, algunas mujeres dimos un corte para significar la diferencia de ser mujer. Este corte, un corte radical con la historia y el presente de entonces de las universidades (…) fue la fundación, internacionalmente, de espacios separados en los que hacer conocimiento entre mujeres (…).</p><p>
Mi esperanza está en la invención, en la universidad, de más mediaciones que abran el conocimiento a lo otro, a lo distinto de mí, haciendo posible, con la práctica de la alteridad, el intercambio libre y en confianza entre los sexos.
</p>
</blockquote><h2><em>La diferencia sexual en la historia</em></h2>
<h3>Universitat de València, 2005</h3>
<blockquote>
<p><em>(Exclusión de las mujeres de la universidad)</em> Cuando se estudia científicamente este proceso de exclusión, se suele insistir en la pérdida que supuso para las mujeres; sin pensar nunca en la pérdida de civilización que comportó el excluir de la universidad a la madre y, con ella, la potencia significante de las relaciones de diferencia.</p><p>
En la universidad, a principios de la década de los setenta del siglo XX, algunas mujeres dimos un corte para significar la diferencia de ser mujer. Este corte, un corte radical con la historia y el presente de entonces de las universidades (…) fue la fundación, internacionalmente, de espacios separados en los que hacer conocimiento entre mujeres (…).</p><p>
Mi esperanza está en la invención, en la universidad, de más mediaciones que abran el conocimiento a lo otro, a lo distinto de mí, haciendo posible, con la práctica de la alteridad, el intercambio libre y en confianza entre los sexos.
</p>
</blockquote>Documento 2 - ADRIENNE RICH2012-10-25T17:28:25Z2012-10-25T17:28:25Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/41-document-2-adrienne-richAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2><em>Sobre mentiras, secretos y silencios</em></h2>
<h3>Barcelona, Icaria, 1983</h3>
<blockquote>
<p>Lo que tenemos en el presente es una universidad centrada en los hombres, un plantel, no del humanismo, sino de los privilegios masculinos. A medida que las mujeres, gradualmente y una pizca a la fuerza, han sido admitidas a la corriente principal de la educación superior, han participado en un sistema que prepara a los hombres para asumir papeles de poder en una sociedad centrada en el hombre, una sociedad que plantea y enseña "hechos" generados por una tradición intelectual masculina y que indirectamente y directa confirma los hombres como líderes y promotores del destino humano tanto dentro de como fuera de la academia.</p><p>
He tratado de mostrar que el androcentrismo en la universidad no sólo socava y explota a las mujeres sino que vierte a los hombres que quieren triunfar al callejón sin salida de la unilateralidad masculina.</p>
<p>
Por tanto, las mujeres en la universidad necesitan hablar entre ellas (...) para desplazar el centro de gravedad de la institución tan lejos como sea posible; para trabajar en una universidad centrada en la mujer, porque solamente si el centro de gravedad puede moverse, podrán las mujeres ser verdaderamente libres para aprender y enseñar, para compartir sus fuerzas (…) </p>
<p>
Un producto colateral de tal cambio de prioridades por supuesto significará, en última instancia, un inicio de retos intelectuales a los hombres con la suficiente valentía intuitiva y madurez emocional para reconocer hasta qué extremo la cultura centrada en el hombre los ha limitado y cegado también a ellos.
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</blockquote><h2><em>Sobre mentiras, secretos y silencios</em></h2>
<h3>Barcelona, Icaria, 1983</h3>
<blockquote>
<p>Lo que tenemos en el presente es una universidad centrada en los hombres, un plantel, no del humanismo, sino de los privilegios masculinos. A medida que las mujeres, gradualmente y una pizca a la fuerza, han sido admitidas a la corriente principal de la educación superior, han participado en un sistema que prepara a los hombres para asumir papeles de poder en una sociedad centrada en el hombre, una sociedad que plantea y enseña "hechos" generados por una tradición intelectual masculina y que indirectamente y directa confirma los hombres como líderes y promotores del destino humano tanto dentro de como fuera de la academia.</p><p>
He tratado de mostrar que el androcentrismo en la universidad no sólo socava y explota a las mujeres sino que vierte a los hombres que quieren triunfar al callejón sin salida de la unilateralidad masculina.</p>
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Por tanto, las mujeres en la universidad necesitan hablar entre ellas (...) para desplazar el centro de gravedad de la institución tan lejos como sea posible; para trabajar en una universidad centrada en la mujer, porque solamente si el centro de gravedad puede moverse, podrán las mujeres ser verdaderamente libres para aprender y enseñar, para compartir sus fuerzas (…) </p>
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Un producto colateral de tal cambio de prioridades por supuesto significará, en última instancia, un inicio de retos intelectuales a los hombres con la suficiente valentía intuitiva y madurez emocional para reconocer hasta qué extremo la cultura centrada en el hombre los ha limitado y cegado también a ellos.
</p>
</blockquote>Documento 3 - VIRGINIA WOOLF2012-10-25T17:29:05Z2012-10-25T17:29:05Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/42-document-3-virginia-woolfAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2><em>Tres guineas</em></h2>
<h3>Barcelona, Lumen, 1983, pp. 49-51.</h3>
<blockquote>
<p>Fundemos un colegio pobre y joven (…), un colegio experimental y aventurero (…) ¿Después, qué enseñanza se impartiría en el nuevo colegio, el colegio pobre? (…) Tendría que enseñarse el arte de la humana relación; el arte de comprender la vida y la mente del próximo, y las artes menores del habla, el vestir, la cocina, que están aliadas con las anteriores.</p>
<p>(…) Sería un lugar de vida social libre (…) Un lugar en el cual las mentes de diferente clase y gradación, los diferentes cuerpos y méritos anímicos cooperarían. Fundamos pues este nuevo colegio; este colegio universitario pobre; en el cual se buscaría el saber por sí mismo; donde se aboliría la publicidad; y sin gradaciones; y no se darían conferencias, y no se predicarían sermones, sin las antiguas vanidades venenosas, sin los desfiles que engendran competencias y celos.
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</blockquote><h2><em>Tres guineas</em></h2>
<h3>Barcelona, Lumen, 1983, pp. 49-51.</h3>
<blockquote>
<p>Fundemos un colegio pobre y joven (…), un colegio experimental y aventurero (…) ¿Después, qué enseñanza se impartiría en el nuevo colegio, el colegio pobre? (…) Tendría que enseñarse el arte de la humana relación; el arte de comprender la vida y la mente del próximo, y las artes menores del habla, el vestir, la cocina, que están aliadas con las anteriores.</p>
<p>(…) Sería un lugar de vida social libre (…) Un lugar en el cual las mentes de diferente clase y gradación, los diferentes cuerpos y méritos anímicos cooperarían. Fundamos pues este nuevo colegio; este colegio universitario pobre; en el cual se buscaría el saber por sí mismo; donde se aboliría la publicidad; y sin gradaciones; y no se darían conferencias, y no se predicarían sermones, sin las antiguas vanidades venenosas, sin los desfiles que engendran competencias y celos.
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</blockquote>Documento 4. JACOBA FÉLICIÉ2012-10-25T17:29:38Z2012-10-25T17:29:38Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/43-document-4-jacoba-felicieAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2>A Montserrat Cabré – Fernando Salmón. "Poder académico versus utoridad femenina: la Facultad de Medicina de París contra Jacoba Félicié (1322)".</h2>
<h3>Dynamis, vol, 19, 1999.</h3>
<blockquote>
<p>Además, es mejor, más honesto y apropiado que una mujer sagaz y experta en el arte visite a una mujer enferma, la explore e investigue los secretos de la naturaleza y las partes recónditas de ésta, que esto lo haga un hombre, a quien no le está permitido ver las cosas mencionadas, investigar ni palpar las manos, mamas, vientre, pies, etcétera, de las mujeres; y, sobre todo, debe el hombre evitar y huir, en la medida en que pueda, de los secretos de las mujeres y de las sociedades secretas de éstas. Una mujer antes se deja morir que revelar a un hombre los secretos de su enfermedad, a causa de la virtud del sexo de las mujeres y de la vergüenza que ellas padecerían revelándolo. Y por estas razones, muchas mujeres, e incluso algunos hombres, han muerto a causa de sus enfermedades, no queriendo ser visitados por médicos para que estos no conocieran sus secretos. Y estas cosas son bien conocidas por todos, aunque las nieguen el decano y los maestros predichos.</p>
</blockquote><h2>A Montserrat Cabré – Fernando Salmón. "Poder académico versus utoridad femenina: la Facultad de Medicina de París contra Jacoba Félicié (1322)".</h2>
<h3>Dynamis, vol, 19, 1999.</h3>
<blockquote>
<p>Además, es mejor, más honesto y apropiado que una mujer sagaz y experta en el arte visite a una mujer enferma, la explore e investigue los secretos de la naturaleza y las partes recónditas de ésta, que esto lo haga un hombre, a quien no le está permitido ver las cosas mencionadas, investigar ni palpar las manos, mamas, vientre, pies, etcétera, de las mujeres; y, sobre todo, debe el hombre evitar y huir, en la medida en que pueda, de los secretos de las mujeres y de las sociedades secretas de éstas. Una mujer antes se deja morir que revelar a un hombre los secretos de su enfermedad, a causa de la virtud del sexo de las mujeres y de la vergüenza que ellas padecerían revelándolo. Y por estas razones, muchas mujeres, e incluso algunos hombres, han muerto a causa de sus enfermedades, no queriendo ser visitados por médicos para que estos no conocieran sus secretos. Y estas cosas son bien conocidas por todos, aunque las nieguen el decano y los maestros predichos.</p>
</blockquote>Documento 5. LAURA CERETA2012-10-25T17:30:07Z2012-10-25T17:30:07Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/44-document-5-laura-ceretaAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2>Carta en defensa de la educación liberal de les mujeres, 1488</h2>
<blockquote>
<p>Habría callado, créeme, si esta salvaje y antigua enemistad tuya me hubiera atacado sólo a mí; porque la luz de Febo no puede ocultarla ni siquiera el barro. Pero no puedo tolerar que ataques todo mi sexo. Por esta razón, mi espíritu sediento busca venganza, mi pluma dormida se prepara para la lucha literaria, mi ira furiosa remueve pasiones mentales encadenadas durante mucho tiempo en el silencio. Con justa causa voy a demostrar la gran reputación que han conseguido las mujeres en cultura y virtud con su innata excelencia (…). Cierta, sin duda, y legítima es nuestra propiedad de esta herencia, que nos ha llegado de una larga eternidad de edades ya pasadas. (…)</p>
<p>
Tus asquerosas palabras quedan así refutadas con estos argumentos, que te obligan a aceptar que la naturaleza imparte igualmente a todo el mundo la misma libertad de aprender.
</p>
</blockquote><h2>Carta en defensa de la educación liberal de les mujeres, 1488</h2>
<blockquote>
<p>Habría callado, créeme, si esta salvaje y antigua enemistad tuya me hubiera atacado sólo a mí; porque la luz de Febo no puede ocultarla ni siquiera el barro. Pero no puedo tolerar que ataques todo mi sexo. Por esta razón, mi espíritu sediento busca venganza, mi pluma dormida se prepara para la lucha literaria, mi ira furiosa remueve pasiones mentales encadenadas durante mucho tiempo en el silencio. Con justa causa voy a demostrar la gran reputación que han conseguido las mujeres en cultura y virtud con su innata excelencia (…). Cierta, sin duda, y legítima es nuestra propiedad de esta herencia, que nos ha llegado de una larga eternidad de edades ya pasadas. (…)</p>
<p>
Tus asquerosas palabras quedan así refutadas con estos argumentos, que te obligan a aceptar que la naturaleza imparte igualmente a todo el mundo la misma libertad de aprender.
</p>
</blockquote>Documento 6. MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR2012-10-25T17:30:56Z2012-10-25T17:30:56Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/45-document-6-maria-de-zayas-y-sotomayorAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2>Prólogo de <em>Novelas amorosas y Exemplares</em>, 1637</h2>
<blockquote>
<p>Quien duda, Lector mio, que te causara admiración que una muger tenga despejo, no solo pare escrivir un libro, sino pare darle a la estampa, que es el crisol donde se averigua la pureza de los ingenios (…) Quien duda, digo otra vez, que aura muchos que atribuyan a locura esta virtuosa ossadia de sacar a luz mis borrones, siendo muger, que en opinion de algunos necios, es lo mismo que una cosa Incapaz: pero qualquiera, como sea no mas de buen Cortesano, ni lo tendra por novedad, ni lo murmurara por destino; porque si esta materia de que nos componemos los hombres, y las mugeres (…) no tiene mas nobleça en ellos, que en nosotras, si es una misma la sangre, los sentidos, las potencias y los organos, porque las almas ni son hombres, ni mugeres: que razon ay para que ellos sean sabios, y presuman que nosotras no podemos serlo? esto no tiene, a mi parecer, mas repuesta, que su impiedad, o tirania en encerrarnos, y no darnos maestros: y assi la verdadera causa de no ser las mugeres doctas, no es defecto del caudal, sino falta de la aplicacion, porque si en nuestra criança, como nos ponen el cambray en las almohadillas y los dibujos en el bastidor, nos dieran libros, y preceptores, fueramos tan aptas pare los puestos, y pare las Catedras, como los hombres, y quiça mas agudas (…).</p>
</blockquote><h2>Prólogo de <em>Novelas amorosas y Exemplares</em>, 1637</h2>
<blockquote>
<p>Quien duda, Lector mio, que te causara admiración que una muger tenga despejo, no solo pare escrivir un libro, sino pare darle a la estampa, que es el crisol donde se averigua la pureza de los ingenios (…) Quien duda, digo otra vez, que aura muchos que atribuyan a locura esta virtuosa ossadia de sacar a luz mis borrones, siendo muger, que en opinion de algunos necios, es lo mismo que una cosa Incapaz: pero qualquiera, como sea no mas de buen Cortesano, ni lo tendra por novedad, ni lo murmurara por destino; porque si esta materia de que nos componemos los hombres, y las mugeres (…) no tiene mas nobleça en ellos, que en nosotras, si es una misma la sangre, los sentidos, las potencias y los organos, porque las almas ni son hombres, ni mugeres: que razon ay para que ellos sean sabios, y presuman que nosotras no podemos serlo? esto no tiene, a mi parecer, mas repuesta, que su impiedad, o tirania en encerrarnos, y no darnos maestros: y assi la verdadera causa de no ser las mugeres doctas, no es defecto del caudal, sino falta de la aplicacion, porque si en nuestra criança, como nos ponen el cambray en las almohadillas y los dibujos en el bastidor, nos dieran libros, y preceptores, fueramos tan aptas pare los puestos, y pare las Catedras, como los hombres, y quiça mas agudas (…).</p>
</blockquote>Documento 7. MARY WOLLSTONECRAFT2012-10-25T17:36:35Z2012-10-25T17:36:35Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/46-document-7-mary-wollstonecraftAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2><em>Vindicación de los derechos de la mujer</em>.</h2>
<h3>A Martino, Giulio y Bruzzese, Marina (1996). <em>Las filósofas. Las mujeres protagonistas en la historia del pensamiento</em>. Madrid: Cátedra. pp. 223-226.</h3>
<blockquote>
<p>Después de considerar el devenir histórico y contemplar el mundo viviente con anhelante solicitud, las emociones más melancólicas de indignación desconsolada han oprimido mi espíritu y lamento verme obligada a confesar tanto que la Naturaleza ha establecido una gran diferencia entre un hombre y otro como la civilización que hasta ahora ha habido en el mundo ha sido muy parcial. He repasado diversos libros sobre educación y he observado pacientemente la conducta de los padres y la administración de las escuelas.</p><p>
¿Cuál ha sido el resultado? La profunda convicción de que la educación olvidada de las mías parecidas es la gran fuente de la calamidad que deploro y que a las mujeres, en particular, se las hace débiles y despreciables para una variedad de causas concurrentes, originadas en una conclusión precipitada. La conducta y los modales de las mujeres, de hecho, prueban con claridad que sus mentes no se encuentran en un estado saludable (…). Atribuyo una de las causas de este florecimiento estéril a un sistema de educación falso, organizado mediante los libros que sobre el tema han escrito los hombres que, al considerar a las mujeres más como tales que como criaturas humanas, se han mostrado más dispuestos a hacer de ellas damas seductoras con las cuales te casas afectuosas y madres racionales; y este homenaje engañoso ha distorsionado tanto la comprensión del sexo, que las mujeres civilizadas de nuestro siglo, con unas pocas excepciones, sólo desean fervientemente inspirar amor, cuando tendrían que abrigar una ambición más noble y exigir respeto por su capacidad y su virtud. (…)</p><p>En todas partes, las mujeres están en este deplorable estado; porque con el fin de preservar su inocencia, como es cortesmente denominada la ignorancia, se les oculta la verdad y se las obliga a adoptar un carácter antes de que sus facultades hayan adquirido fuerza. Enseñadas desde la infancia a que la belleza es el cetro de una mujer, la mente se conforma con el cuerpo y, vagando por su jaula de oro, sólo intenta adorar su prisión (…).</p><p>Yo, probablemente, he tenido oportunidad de conocer a más niñas que J. J. Rousseau. Puedo recordar mis propios sentimientos, y he mirado detenidamente a mi alrededor; sin embargo, lejos de coincidir con él en sus opiniones respecto de los primeros albores del carácter femenino, me atrevo a asegurar que una niña cuyo espíritu no se haya diluido por la inactividad y la inocencia (…) correteará con alegría, y la muñeca nunca atraerá su atención a menos que el aislamiento no le deje ninguna otra alternativa.
</p>
</blockquote><h2><em>Vindicación de los derechos de la mujer</em>.</h2>
<h3>A Martino, Giulio y Bruzzese, Marina (1996). <em>Las filósofas. Las mujeres protagonistas en la historia del pensamiento</em>. Madrid: Cátedra. pp. 223-226.</h3>
<blockquote>
<p>Después de considerar el devenir histórico y contemplar el mundo viviente con anhelante solicitud, las emociones más melancólicas de indignación desconsolada han oprimido mi espíritu y lamento verme obligada a confesar tanto que la Naturaleza ha establecido una gran diferencia entre un hombre y otro como la civilización que hasta ahora ha habido en el mundo ha sido muy parcial. He repasado diversos libros sobre educación y he observado pacientemente la conducta de los padres y la administración de las escuelas.</p><p>
¿Cuál ha sido el resultado? La profunda convicción de que la educación olvidada de las mías parecidas es la gran fuente de la calamidad que deploro y que a las mujeres, en particular, se las hace débiles y despreciables para una variedad de causas concurrentes, originadas en una conclusión precipitada. La conducta y los modales de las mujeres, de hecho, prueban con claridad que sus mentes no se encuentran en un estado saludable (…). Atribuyo una de las causas de este florecimiento estéril a un sistema de educación falso, organizado mediante los libros que sobre el tema han escrito los hombres que, al considerar a las mujeres más como tales que como criaturas humanas, se han mostrado más dispuestos a hacer de ellas damas seductoras con las cuales te casas afectuosas y madres racionales; y este homenaje engañoso ha distorsionado tanto la comprensión del sexo, que las mujeres civilizadas de nuestro siglo, con unas pocas excepciones, sólo desean fervientemente inspirar amor, cuando tendrían que abrigar una ambición más noble y exigir respeto por su capacidad y su virtud. (…)</p><p>En todas partes, las mujeres están en este deplorable estado; porque con el fin de preservar su inocencia, como es cortesmente denominada la ignorancia, se les oculta la verdad y se las obliga a adoptar un carácter antes de que sus facultades hayan adquirido fuerza. Enseñadas desde la infancia a que la belleza es el cetro de una mujer, la mente se conforma con el cuerpo y, vagando por su jaula de oro, sólo intenta adorar su prisión (…).</p><p>Yo, probablemente, he tenido oportunidad de conocer a más niñas que J. J. Rousseau. Puedo recordar mis propios sentimientos, y he mirado detenidamente a mi alrededor; sin embargo, lejos de coincidir con él en sus opiniones respecto de los primeros albores del carácter femenino, me atrevo a asegurar que una niña cuyo espíritu no se haya diluido por la inactividad y la inocencia (…) correteará con alegría, y la muñeca nunca atraerá su atención a menos que el aislamiento no le deje ninguna otra alternativa.
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</blockquote>Documento 8. DOLORS ALEU2012-10-25T17:42:33Z2012-10-25T17:42:33Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/47-document-8-dolors-aleuAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2><em>De la necesidad de encaminar por nueva senda la educación higiénica-moral de la mujer.</em></h2>
<h3>Barcelona: Tipografia La Academia, 1883.</h3>
<blockquote>
<p>Hago uso de un derecho ya indiscutible, por más que - y esto es lamentable- tenga límites en un corto número de españolas (...) Aún le toca a nuestro sexo sufrir muchísimo; no hemos salido de la esclavitud; ésta subsiste todavía (...) El considerar que aún hay quien discute y disputa a nuestro sexo la aptitud para los estudios profesionales ha sido para mí motivo de inspiración para adoptar como objeto de esta tesis el siguiente tema, que si no tiene todo el mérito de la novedad entrenará siempre los altos quilates de la oportunidad (…) Parece increíble que haya quien crea y diga que la instrucción de la mujer es un peligro (…)</p><p>
Hágase sino la prueba, póngase al niño y a la niña en las mismas condiciones, tanto de instrucción como de educación, tanto del medio como de los alimentos, tanto de los hábitos como de las preocupaciones sociales, y creo nos encontraremos con mujeres que saldrán buenas y otras que serán inútiles; los mismo que pasa con los hombres.</p>
</blockquote><h2><em>De la necesidad de encaminar por nueva senda la educación higiénica-moral de la mujer.</em></h2>
<h3>Barcelona: Tipografia La Academia, 1883.</h3>
<blockquote>
<p>Hago uso de un derecho ya indiscutible, por más que - y esto es lamentable- tenga límites en un corto número de españolas (...) Aún le toca a nuestro sexo sufrir muchísimo; no hemos salido de la esclavitud; ésta subsiste todavía (...) El considerar que aún hay quien discute y disputa a nuestro sexo la aptitud para los estudios profesionales ha sido para mí motivo de inspiración para adoptar como objeto de esta tesis el siguiente tema, que si no tiene todo el mérito de la novedad entrenará siempre los altos quilates de la oportunidad (…) Parece increíble que haya quien crea y diga que la instrucción de la mujer es un peligro (…)</p><p>
Hágase sino la prueba, póngase al niño y a la niña en las mismas condiciones, tanto de instrucción como de educación, tanto del medio como de los alimentos, tanto de los hábitos como de las preocupaciones sociales, y creo nos encontraremos con mujeres que saldrán buenas y otras que serán inútiles; los mismo que pasa con los hombres.</p>
</blockquote>Documento 9. ROSWITA2012-10-25T17:43:43Z2012-10-25T17:43:43Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/48-document-9-roswitaAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2>A Martinengo, Marirí –Poggi, Claudia –Santini, Marina –Tavernini, Luciana - Minguzzi, Laura (2000). <em>Libres para ser. Mujeres creadoras de cultura en la Europa medieval</em>. Madrid: Narcea, p. 172.</h2>
<blockquote>
<p>No era todavía bastante madura en años, ni dotada de conocimiento. No osaba presentar mis intenciones a ningún sabio a quien pudiera consultar, para que no me prohibiera escribir por mi rusticidad. Así, secretamente, casi furtivamente (…) intenté con lo mejor de mis posibilidades componer un texto, aunque no fuera de ninguna utilidad, basado sobre los pasos de los escritos que había recogido dentro del recinto de nuestro cenobio de Gandersheim: primeramente a través de la enseñanza instructiva de la cultísima y gentilísima maestra Rikardis y de las otras que enseñaron en su lugar, después bajo la benévola consideración de la real Gerberga, bajo cuya guía ahora vivo; si bien más yugo que yo, era más docta (…), con afecto me instruyó perfectamente sobre algunos autores, que ella antes había conocido de personas muy sabias.</p>
</blockquote><h2>A Martinengo, Marirí –Poggi, Claudia –Santini, Marina –Tavernini, Luciana - Minguzzi, Laura (2000). <em>Libres para ser. Mujeres creadoras de cultura en la Europa medieval</em>. Madrid: Narcea, p. 172.</h2>
<blockquote>
<p>No era todavía bastante madura en años, ni dotada de conocimiento. No osaba presentar mis intenciones a ningún sabio a quien pudiera consultar, para que no me prohibiera escribir por mi rusticidad. Así, secretamente, casi furtivamente (…) intenté con lo mejor de mis posibilidades componer un texto, aunque no fuera de ninguna utilidad, basado sobre los pasos de los escritos que había recogido dentro del recinto de nuestro cenobio de Gandersheim: primeramente a través de la enseñanza instructiva de la cultísima y gentilísima maestra Rikardis y de las otras que enseñaron en su lugar, después bajo la benévola consideración de la real Gerberga, bajo cuya guía ahora vivo; si bien más yugo que yo, era más docta (…), con afecto me instruyó perfectamente sobre algunos autores, que ella antes había conocido de personas muy sabias.</p>
</blockquote>Documento 10. HILDEGARDA DE BINGEN2012-10-25T17:44:44Z2012-10-25T17:44:44Zhttp://localhost/coeducacio/index.php/es/hablan-las-mujeres/saberes-y-conocimientos-academicos/49-document-10-hildegarda-de-bingenAdministratorcentredolorspiera@cdp.udl.cat<h2>Relato autobiográfico</h2>
<h3>A Victoria Cirlot, <em>Hildegard von Bingen. Vida y visiones</em>, Madrid, Siruela, 1997.</h3>
<blockquote>
<p>Cuando tenía tres años vi una luz tal que mi alma tembló, pero a causa de mi infancia nada pude proferir al respecto.</p>
<p>A los ocho años fui ofrecida a Dios para la vida espiritual y hasta el quince vi mucho y explicaba alguna cosa de una manera simple. Los que lo sentían se quedaban admirados, preguntándose de dónde venía y de quién era. (…) Agotada de todo eso pregunté a mi nodriza si veía algo además de las cosas exteriores y me respondió que nada, porque no veía nada de aquello. Entonces, me sentí presa de un gran miedo y no me atreví a decir nada a nadie. (…) Por miedo a los hombres, no osaba decir a nadie lo que veía. Pero la noble mujer que me educaba lo notó, y lo explicó a un monje que conocía.</p>
<p>Por medio de su gracia Dios había tirado en aquella mujer un río de muchas aguas, de manera que no dio reposo a su cuerpo con vísperas, ayunos y otras buenas obras hasta que acabó la vida presente con un buen fin. Dios hizo visibles sus méritos a través de bellos signos. Después de su muerte continué viviendo de la misma manera hasta que cumplí cuarenta y dos años.</p>
<p>(…)</p>
<p>Durante un tiempo no podía ver ninguna luz por una niebla que tenía en los ojos, y un peso me oprimía el cuerpo de manera que no podía levantarme y se tumbaba con dolores muy fuertes. Sufrí eso para no manifestar la visión que se me había privado mostrada, sobre que tenía que trasladarme del lugar donde había sido consagrada a Dios en otro, junto con mis monjas. (…) Y aquí llegamos con veinte monjas nobles, nacidas en casas de padres ricos, sin encontrar ninguna vivienda ni ningún habitante (…).</p>
<p>Después de estas aflicciones llovió sobre nosotros la gracia de Dios. Pues muchos que antes nos habían tratado con menosprecio para considerar estéril inutilidad nuestro comportamiento, vinieron a nosotros ayudándonos y llenándonos de bendiciones. Muchos ricos enterraron con honor a sus muertos con nosotros (…). Entonces mi espíritu revivió, y así como antes había llorado en el dolor, ahora lloraba de gozo, porque Dios no me había olvidado ya que lo confirmaba distinguiendo aquel lugar y enriqueciéndolo con muchas cosas útiles y edificios. (…) Y me medio de todo eso acabé el libro "Scivias", según Dios quiso. Mi mente se había fortalecido, y me cuidé de mis hijas tanto en sus necesidades corporales como anímicas (…). A pesar de la fatiga por tantas tribulaciones, llevé a cabo el "Libro de los méritos de la vida", que me fue revelado por la gracia de Dios.</p>
<p>(…)</p>
<p>Después escribí el "Libro de las obras divinas" en el que, tal como Dios omnipotente me infundió, vi la altura, la profundidad y la anchura del firmamento y de qué manera han llegado a estar el sol, la luna, los luceros y todo el resto.</p>
</blockquote><h2>Relato autobiográfico</h2>
<h3>A Victoria Cirlot, <em>Hildegard von Bingen. Vida y visiones</em>, Madrid, Siruela, 1997.</h3>
<blockquote>
<p>Cuando tenía tres años vi una luz tal que mi alma tembló, pero a causa de mi infancia nada pude proferir al respecto.</p>
<p>A los ocho años fui ofrecida a Dios para la vida espiritual y hasta el quince vi mucho y explicaba alguna cosa de una manera simple. Los que lo sentían se quedaban admirados, preguntándose de dónde venía y de quién era. (…) Agotada de todo eso pregunté a mi nodriza si veía algo además de las cosas exteriores y me respondió que nada, porque no veía nada de aquello. Entonces, me sentí presa de un gran miedo y no me atreví a decir nada a nadie. (…) Por miedo a los hombres, no osaba decir a nadie lo que veía. Pero la noble mujer que me educaba lo notó, y lo explicó a un monje que conocía.</p>
<p>Por medio de su gracia Dios había tirado en aquella mujer un río de muchas aguas, de manera que no dio reposo a su cuerpo con vísperas, ayunos y otras buenas obras hasta que acabó la vida presente con un buen fin. Dios hizo visibles sus méritos a través de bellos signos. Después de su muerte continué viviendo de la misma manera hasta que cumplí cuarenta y dos años.</p>
<p>(…)</p>
<p>Durante un tiempo no podía ver ninguna luz por una niebla que tenía en los ojos, y un peso me oprimía el cuerpo de manera que no podía levantarme y se tumbaba con dolores muy fuertes. Sufrí eso para no manifestar la visión que se me había privado mostrada, sobre que tenía que trasladarme del lugar donde había sido consagrada a Dios en otro, junto con mis monjas. (…) Y aquí llegamos con veinte monjas nobles, nacidas en casas de padres ricos, sin encontrar ninguna vivienda ni ningún habitante (…).</p>
<p>Después de estas aflicciones llovió sobre nosotros la gracia de Dios. Pues muchos que antes nos habían tratado con menosprecio para considerar estéril inutilidad nuestro comportamiento, vinieron a nosotros ayudándonos y llenándonos de bendiciones. Muchos ricos enterraron con honor a sus muertos con nosotros (…). Entonces mi espíritu revivió, y así como antes había llorado en el dolor, ahora lloraba de gozo, porque Dios no me había olvidado ya que lo confirmaba distinguiendo aquel lugar y enriqueciéndolo con muchas cosas útiles y edificios. (…) Y me medio de todo eso acabé el libro "Scivias", según Dios quiso. Mi mente se había fortalecido, y me cuidé de mis hijas tanto en sus necesidades corporales como anímicas (…). A pesar de la fatiga por tantas tribulaciones, llevé a cabo el "Libro de los méritos de la vida", que me fue revelado por la gracia de Dios.</p>
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<p>Después escribí el "Libro de las obras divinas" en el que, tal como Dios omnipotente me infundió, vi la altura, la profundidad y la anchura del firmamento y de qué manera han llegado a estar el sol, la luna, los luceros y todo el resto.</p>
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